Por Armando Rosales,
arquitecto urbanista e integrante del Consejo de Ruta Cívica
Han pasado ya cinco años de uno de los momentos más trágicos en la historia reciente de la ciudad.
Sin olvidar nunca lo acontecido en 1985, en esta ocasión nos reunimos para hablar de los hechos trágicos que se registraron en la Ciudad de México 32 años después, el mismo día, pero de 2017, y hace casi cinco años.
Hablar del 19s es recordar momentos de angustia y en muchos casos de sufrimiento, es pensar en aquellas y aquellos que ese día dejaron de estar con nosotros, también es hablar de solidaridad, de organización colectiva y de autogestión, en muchos de los casos, la acción colectiva y el esfuerzo y sacrificio se ha llevado a cabo sin el apoyo de su gobierno.
Sin embargo, para muchas y muchos, hablar del 19 de septiembre, sigue siendo en la actualidad, un hecho doloroso, por el patrimonio perdido y por los medios de vida perdidos, y que aún hoy el Estado no les ha restituido. Leer aquí el testimonio de Fernando, familiar de una de las víctimas de Bolivar 168.
En este breve pronunciamiento se señalará lo que está pendiente y lo que no se ha hecho en materia de reconstrucción, y que difícilmente se concluirá o podrá ser restituido en lo que restan de la administración del gobierno de la Ciudad.
Seguramente este lunes, escucharemos cifras o datos que nos llevarán a pensar que la reconstrucción está casi completa, y que más allá de las dolorosas pérdidas personales, para este lunes casi todas y todos quienes resultaron damnificados habrán recuperado sus moradas y estarán habitando en viviendas adecuadas, seguras y resilientes, y habrían ya reconstruido también sus vidas. Aunque todas y todos deseamos esto, nada está más alejado de la realidad. Y estos son algunos de los datos que buscamos compartir con la ciudadanía.
La reconstrucción nacional
Antes de analizar la situación específica que guarda la reconstrucción en la Ciudad de México, es importante hablar del contexto nacional. Hay que recordar que han coexistido dos programas de reconstrucción de vivienda distintos, uno federal y uno local, y cuyas acciones y los procedimientos fueron radicalmente diferentes.
En el caso de la reconstrucción federal de viviendas, fuera de la Ciudad de México, la mayoría de éstas fueron rehabilitadas, reforzadas, mejoradas o reconstruidas, mediante procesos de autoproducción con asistencia técnica, es decir, por la propia gente, pero con apoyo profesional brindada por personal técnico registrado y capacitado ante la Comisión Nacional de Vivienda. Gracias a lo anterior, la reconstrucción federal fuera de la Ciudad de México vislumbra, luego de 5 años, un final no tan lejano.
A pesar de lo anterior, la reconstrucción demoró más de lo deseado, teniendo gran parte de la responsabilidad la Cámara de Diputados en la asignación de recursos federales. Sistemáticamente el Programa Nacional de Reconstrucción a cargo del gobierno federal observó una reducción de los recursos destinados a la reconstrucción de vivienda entre 2019 y 2021: en 2019 se le destinaron cerca de 5,160 millones de pesos, en 2020 unos mil millones de pesos menos, y en 2021 el presupuesto asignado fue de tan sólo el 52% de lo asignado en 2020, es decir 1,060 millones de pesos. La reducción del presupuesto por parte de la Cámara de Diputados se tradujo en el sufrimiento continuo de la población, en la pérdida continuada de vidas, y en la imposibilidad de recuperar de forma pronta los medios de vida de la gente.
Baste leer lo que mencionaba la propia SEDATU en el cuarto informa trimestral del Programa Nacional de Reconstrucción de 2020 en su página 40:
“Durante el ejercicio 2020 se presentaron cancelaciones de subsidios autorizados […] a los beneficiarios. El contexto social y económico en el que algunos de ellos se encuentran los obliga a migrar o desistir de los subsidios, lo que impactó en el número final de viviendas atendidas”.
Es decir, en el contexto de la pandemia de COVID-19, en el momento más difícil, una parte de la población a la que el Estado no le brindó ninguna otra clase de apoyo económico, tuvo que migrar antes de que se le pudiera garantizar su derecho a una vivienda adecuada.
Pero ¿y qué ha pasado en el caso de la Ciudad de México?
Aquí, en la capital del país, en el corazón económico y político de la nación, la realidad es, por mucho, más dramática. Con datos de la propia Comisión de Reconstrucción de la Ciudad de México, publicados en su portal al día 15 de septiembre de 2022, podemos suponer que la reconstrucción no se concluirá en la administración actual. Repetimos, NO se concluirá la reconstrucción de viviendas en la Ciudad de México en la administración actual.
Hoy en día, y este uno de los datos más importantes, faltan de reconstruir en la Ciudad de México cerca del 40 por ciento de las viviendas afectadas, principalmente multifamiliares. No se han reconstruido o rehabilitado aquellas viviendas o conjuntos de vivienda que técnicamente eran los más complejas, es decir, aquellos inmuebles que debieron haber sido prioritarios.
De las 7,097 viviendas multifamiliares que resultaron afectadas en 2017, hoy han sido terminadas sólo 3,770, es decir, está pendiente aún la reconstrucción del 47% de las viviendas multifamiliares afectadas.
Más grave aún es el hecho de que tenemos un número mayúsculo de viviendas en la Ciudad de México que han sido reconstruidas pero que no han sido entregadas a las familias y personas afectadas.
En alcaldías como Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Tlalpan, de un universo de 1,450 viviendas afectadas, se han concluido 931, pero no han sido entregadas a la población.
Cerca de dos terceras partes, el 61%, además de que 1 de cada cinco de las viviendas afectadas en estas alcaldías, aún no ha iniciado el proceso de reconstrucción o se encuentra en procesos administrativos o de obra.
De forma similar, en una de las alcaldías más afectadas, Tláhuac, 54 por ciento de las viviendas que se reportan como terminadas aún no han sido entregadas a las familias afectadas.
Más allá de la frialdad y de lo espeluznante que resulta estos números, el día de hoy, 19 de septiembre de 2022, a cinco años de uno de los sucesos más trágicos que se hayan registrado en la historia reciente de nuestra ciudad, debemos recordar que
nuestras vecinas y vecinos, nuestras amigas y amigos, nuestras familias en la Ciudad de México, siguen estando sin un techo propio, siguen sin ver cumplido su derecho a una vivienda, y siguen padeciendo los efectos de una política que dista mucho de ser exitosa.
Por ellas y por ellos a quienes no se les ha cumplido y que en muchos casos se les ha olvidado, estamos hoy aquí, y por ellas y por ellos es importante tener memoria.